Según los autores de la obra, esta violencia se ejerce y se soporta en el seno de las primeras relaciones sentimentales, fomentando la aceptación tácita de este tipo de comportamientos durante el matrimonio o la vida en común en la edad adulta. La falta de madurez propia de la adolescencia hace que estas conductas no suelan ser percibidas como agresiones por las víctimas, por los propios agresores ni tampoco por sus iguales.
