La vida de los jóvenes españoles está en pausa. Pasan las crisis pero sus proyectos emancipatorios no remontan porque sus salarios no dan para ello. Pero esta pescadilla que se muerde la cola, el círculo vicioso entre la precariedad y el elevado precio de las viviendas, mantiene en casa al 81% de los jóvenes entre 16 y 29 años.
