La población de más de 64 años ha crecido progresivamente en la ciudad, y en 2018 se sitúo cerca de las 350.000 personas, lo que representa el 21% de la población total de Barcelona –1.641.548 personas–, la cifra más elevada desde 2001.

La población de más de 64 años ha crecido progresivamente en la ciudad, y en 2018 se sitúo cerca de las 350.000 personas, lo que representa el 21% de la población total de Barcelona –1.641.548 personas–, la cifra más elevada desde 2001.
Desciende la natalidad, desciende la mortalidad y aumenta nuestra esperanza de vida. España envejece, Europa envejece, el mundo envejece y ligados a este hecho se señalan las negativas consecuencias de este envejecimiento para la sociedad, se apuntan los múltiples problemas económicos y territoriales futuros que de él se derivan y hasta se anuncian futuros conflictos intergeneracionales.
En las dos últimas décadas, los Gobiernos han adoptado medidas para incentivar la prolongación de la vida laboral de los trabajadores. En otras palabras, han intentado frenar los retiros tempranos en beneficio de las arcas de la Seguridad Social: lograr que haya más gente trabajando durante más tiempo, lo que significa más ingresos para el sistema y menos gastos en pensiones.
En Japón están desplegando una serie de enfoques para revertir esta tendencia aparentemente inexorable en un intento por sobrevivir y, tal vez, incluso crecer. ¿Podrían algunas zonas de España tener en el país nipón un espejo donde mirarse?
“La proporción entre población mayor de 65 años y en edad de trabajar (16-64) aumentará desde el 30% actual hasta el 50-70% en 2050”, ha expuesto hoy el director general de Economía y Estadística del organismo, Óscar Arce, durante la jornada Planes de pensiones en España, organizada por Cinco Días e Ibercaja.
Es inevitable que, cuando hablamos de crisis demográfica, pensemos en los extremos. En los niños y en los ancianos. En un futuro no muy lejano en el que España será uno de los países más envejecidos del mundo, con muchos jubilados y pocos escolares