Tres de cada cinco jugadores que acaban pidiendo dinero prestado, ya sea a parientes y conocidos o a casas de préstamos, y ya sea para financiar su adicción o para tapar los rotos que con ella causan en la economía familiar, no pueden devolverlo como consecuencia de su propensión a las apuestas, según explica Jesús Cortés, investigador especializado en juegos de azar.
