Perdió por completo la noción del tiempo. En su cabeza solo tenía una obsesión: jugar, jugar y jugar. A cualquier hora del día, en cualquier momento. No podía parar. Hasta 10 horas al día, un total de 71 a la semana. Aislado en su cuarto con el ordenador o en cualquier lugar con el teléfono móvil.
