Los sociólogos dicen que estamos en camino de ser una sociedad de pura ancianidad, y ello es un problema grave en este modelo económico en el que se elogia a los jóvenes porque son los que consumen.

Los sociólogos dicen que estamos en camino de ser una sociedad de pura ancianidad, y ello es un problema grave en este modelo económico en el que se elogia a los jóvenes porque son los que consumen.
Resumen de las recomendaciones expuestas por un grupo de expertos durante una reunión celebrada en abril 2014 sobre cómo puede ayudar la tecnología a los familiares que cuidan a ancianos o enfermos.
Según los cálculos de la ONU, en 2050 el 34,5% de la población española tendrá más de 65 años, y el país será el tercero más viejo del mundo, solo por detrás de Japón (36,5%) y de Corea del Sur (34,9%). Y, aunque es difícil predecir su impacto sobre estas proyecciones, es evidente que la situación no va a mejorar con la salida de inmigrantes.
Los resultados de la encuesta con más de mil ciudadanos de 50 a 80 años elaborada por Nielsen y la farmacéutica Sanofi Pasteur MSD muestran que hasta el 78% de los participantes admite cuidar o tener a cargo también a alguno de sus hijos.
Un estudio financiado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) y recientemente publicado en la revista científica Medicina Clínica sobre la prevalencia de malos tratos en personas mayores ofrece unos sorprendentes resultados los malos tratos hacia las personas mayores.
España es un país envejecido, que cuenta con casi ocho millones de personas mayores de 65 años, lo que representa un 17% de la población. Este porcentaje incluye un importante núcleo de población sobreenvejecida (5% con más de 84 años). “En esta sociedad, cada vez más longeva, aumentan de forma alarmante las personas que necesitan del soporte y de la ayuda de una persona, generalmente un familiar, que les asista. Los cuidadores son figuras fundamentales que, con su esfuerzo y dedicación a los mayores, renuncian en muchos casos a su ocio y tiempo libre”, describe el secretario de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. “La sociedad debe volver la cara hacia esas personas. Debemos poner en valor la figura del cuidador. Tenemos la obligación moral de hacerlo”, añade.