Pese a los requerimientos de su hermano, Floren se negó desde el principio a colaborar en el pago de los gastos generados por la estancia de su madre en la residencia. Floren estaba en desacuerdo con que su progenitora estuviera en una residencia que no fuera pública y prefería que la anciana viviera, por turnos, en casa de sus hijos.
