Es algo que todas las madres del mundo ya sabíamos, sabemos que existe algo especial, invisible, que nos une a nuestros hijos por y para siempre. Algo que nada ni nadie puede compartir por más que algunos se obcequen en negarlo, igualando al cien por cien el papel materno y paterno. No, no somos iguales. En este caso somos infinitamente superiores, porque la maternidad es algo trascendente, mágico, que ellos no pueden compartir.
