El empujón, la patada, el cenicero a la cabeza no vienen de repente. Hay muchos escalones antes de llegar a la violencia física. Se empieza con las ironías, las malas contestaciones, los desprecios, insultos que van in crescendo… Cuando un menor llega a agredir a su propia familia es porque los adultos no le han establecido límites a tiempo en oportunidades anteriores.
Adolescentes y maltratadoras

Las chicas ya representan el 36% de los menores internados en la Comunidad de Madrid por agredir a sus padres.
Fuente: L. L. Álvarez - La Razón, 11 de marzo 2013
Fuente: L. L. Álvarez - La Razón, 11 de marzo 2013