Sigue en casa, con sus padres, y aunque tiene 23 años vive como cuando tenía 16. Es dependiente e infantil. Un joven que sigue siendo adolescente, al que le cuesta asumir responsabilidades y asumir las consecuencias de sus decisiones. Aunque ni todas las dinámicas familiares son iguales y adolescentes los hay para todos los gustos, los expertos constatan un bajo grado de madurez psicológica entre los jóvenes de entre 15 y 18 años y que esa inmadurez se prolonga durante más tiempo.
Los expertos retrasan hasta los 27 años la edad en que los jóvenes maduran

La mayoría de los jóvenes siguen con sus padres y están infantilizados, según un estudio de la URV.
Fuente: Sara Sans - La Vanguardia, 24 de enero 2013
Fuente: Sara Sans - La Vanguardia, 24 de enero 2013